martes, 23 de agosto de 2011

Mi otro yo (IV)



- Vos decís siempre lo que pensás?
- Si…

- Por más que sea duro…
- Si, ya no tengo filtros…

Mi otro yo rompió la cáscara y grita sus verdes a los cuatro vientos. Es un salto al vacío sin paracaídas. Yo la miro desde la otra orilla. La veo moverse entre nuestras cosas con absoluta libertad y sin miedos. Camina segura, más allá de su realismo y pesimismo… Mi otro yo consiguió desatarse de sus lazos y vive, a pesar mío, arrasando. Se animó y le gano a la montaña. Somos las dos mitades de un todo, tan opuestas pero tan complementarias. Mi sensibilidad no sería la misma sin su frialdad. Ni su pragmatismo sin mi intuición. Ella me da el equilibrio justo para no caer, tambaleando en la delgada línea…
Siempre estuvo al lado mío, anclándome a la realidad. Pero ahora se anima, me discute, me corrige, y me empuja a ir más allá. Ya no me limita, atándonos a sus temores. Por el contrario, me acompaña, suelta, ante los nuevos desafíos…

- Vos crees que tenemos que preocuparnos por lo que digan o piensen…
- No… Si, no les gusta, que se corran….


Mi otro yo, es libre….

martes, 2 de agosto de 2011

6º Sentido

A veces, mis sueños son premonitorios… se anticipan a lo que sucederá. No ocurre siempre. No son todos. Son sueños diferentes, poblados de sensaciones increíblemente reales. Como si viviera otra realidad de antemano. Como si supiera lo que el caprichoso destino quiere para mí.

Con los años aprendí a tomarlos con naturalidad, a “leer” entre líneas lo que dicen (o pretenden decir) y diferenciarlos entre los demás. A estar alerta…
Con el tiempo, fui descubriendo que mi sexto sentido va más allá de mi piel y se cuela en mis noches. Me muestra recortes de un futuro confuso (pero real) ante mis ojos dormidos. No me cuenta el número ganador de la lotería, u otra banalidad. Le susurra a mi alma de ilusiones, sentimientos, emociones… guiándome, aún en sueños.
Ya no les busco respuestas a las incógnitas que deja. Solo sé, es el preludio de lo que acontecerá, me guste o no. Solo sé, que esa intuición me permite pisar firme para resistir el vendaval, o tener los brazos abiertos a su llegada…