lunes, 19 de mayo de 2014

Paraíso...

Mayo se instaló sin pedir permiso en mi balcón y mi garganta. Un lunes así, cuesta el doble, como si arrastrara una semana entera hecha solo de lunes…
La bandeja de entrada de mi correo, ostenta una bochornosa cifra de dos docenas de mails sin leer, que poco a poco van desapareciendo, al compás de la música que me acompaña de fondo. Y hoy  no quiero mirar por mi ventada. Tanto frío, traspasa los 6 mm del vidrio y duelen en mi garganta. Solo miro de vez en cuando, el fondo de pantalla de mi notebook, y quedo concentrada en el cielo, en el atardecer… en la playa…
De regreso a casa, te caliente, papel en blanco y lápiz en mano. La música de fondo hace lo propio y me traslada 3200 km al noreste. Y yo me veo de nuevo ahí, con el Atlántico bañando mis pies, con el viento cantando en mis oídos…
Y hoy, en pleno mayo, me quedo con ese pedacito de paraíso tatuado en mi retina y en mi piel…
Porque la vida es eso, esos pequeños instantes llenos de plenitud. La  rutina gris de las carpetas y los archivos, y el teléfono sonando cada 5 minutos, son solo un sueño del que me quiero despertar...

Porque en casi la mitad del año, con la lluvia golpeando el vidrio de mi ventana, aun puedo sentir el sol quemándome la cara, y el mar bañando mis pies…