lunes, 13 de abril de 2015

Perfume


Como una marca indeleble, como un tatuaje invisible  pero imposible no percibir, llevo conmigo tu perfume. Se impregna en mi piel, en mi ropa, en mis sombra, en mis sueños... 
Si. Tu perfume se queda conmigo aun después que alejas, para recordarme que sigues ahí...

Anochece. Te veo parado en el extremo de la escalera con la mano extendida. Yo subo peldaño a peldaño recordando cada palabra, cada caricia, cada beso. La luna, muda testigo (como siempre) ilumina cada uno de mis pasos, hasta llegar a tus ojos... tan azules... tan claros... tan dulces. El tiempo se desgasta inútilmente, un minuto o una hora, es lo mismo... Lo que sentimos no conoce de medidas, ni de tiempo, ni de espacio. Va mas allá de todo, incluso de nosotros. Comprendemos al fin que es inútil resistirnos, armarnos de excusas banales para intentar detener el ritmo natural de las cosas. Tu abrazo me cubre, me protege de la realidad asfixiante. Paradógicamente, tu abrazo me libera, me abre el alma inundándome de plena luz.
No logro precisar donde termina mi cuerpo y donde comienza el tuyo, es solo una danza coreografiada de manos y besos que nos funden en uno solo...  
Y me quedo así, a tu lado, para siempre... Anclada a tu pecho, en un solo latido...

Ya perdí la cuenta las veces que tuve éste sueño. Tantas, que he llegado a pensar que son recuerdos de vidas pasadas... Sobre todo, porque al despertar, puedo sentir tu perfume...