lunes, 25 de agosto de 2014

Fragilidad

No me mires, no me creas.-
No me sigas, no me quieras.-
Que sin ti muero en vida.-
Que llevo un huracán las venas.-
No me escuches, no me creas.-
Que sin ti estoy perdida
Que soy un alma en pena
No me cuides, no me veas.-
Que solo quiero tus besos
Que mis labios queman.-
No me juzgues, no me veas
Que ya no se que mas decirte
Que mi fragilidad es extrema
No me ames. No me quieras.-
Que el amor te siega la mente
Que el amor el alma libera
Y si aun así decides amarme
Con esta fragilidad extrema
Yo venceré mis miedos
Tu amor iluminará  mi vida entera.-


domingo, 10 de agosto de 2014

Clara, a ciegas...


Ella me lo dijo y no la escuche. Desoí a Clara cuando me advirtió sobre los amores platónicos… Y salté al abismo…
Me llevó meses juntar mis pedazos. Rearmarme. Cerrar las heridas. Me llevó meses juntar valor y salir de mi caparazón… Es que caer en un abismo suele nublar los pensamientos.

Y así, un día, volví. Con los parches y las cascaritas en el alma. Volví, con el equipaje lleno de sueños y ganas de comenzar de nuevo.

- “Tenes los ojitos brillantes” – Me dijo Clara en la charla de café. Solo respondí con una sonrisa. No hace falta explicarle mucho, ella es una de las pocas que me conoce, a pesar de mis cáscaras.  Y hablamos del tiempo, las liquidaciones y los viajes…

Los planes pocas veces salen como una espera. Eso es lo interesante de la vida. No sabemos dónde ni cómo termina cada camino. Ni a donde nos lleva. Como las charlas con Clara. Solo ella sabe decirte las palabras justas en el momento que menos lo esperas. Aunque en ese momento no entiendas a que se refiere.

-    “Es hora que te quites el velo. No tengas miedo ésta vez. Cuando miras con los ojos del alma, no te equivocas… no vas a ciegas…”


Sucedió hace tres semanas. Recién ahora comienzo a comprender que fue lo que me quiso decir…


sábado, 9 de agosto de 2014

Ella


El reloj se clavó a las 16,25 pero para ella el tiempo se detuvo hace rato. Lleva puesta su bata larga, el cabello suelto, y varios recuerdos en la mirada. Yo la contemplo desde lejos pero ella parece no notarlo. Camina por la sala con una taza de café en la mano y los ojos clavados en la portada del nuevo libro, aunque por ahora no lee. Sábados así no se repiten a menudo…

Ella es transparente, metódica, dulce, reservada. Se queda callada cuando le preguntan por sus planes, no está muy segura que los demás la vean tal como es. Dice una excusa simple y sigue. Aprendió a no demorarse donde no pueda amar…

Hoy tiene ese extraño color a melancolía en sus ojos café, hace mucho tiempo que no brillan así… Yo sigo mirándola desde la esquina de la sala, y cuando ella me descubre, me regala una sonrisa. La más linda en días. No sé qué le pasó. No sé quién ésta vez, hechizó su alma… prefiero no preguntar. Es muy difícil llegar a tocar su corazón guardado bajo diez llaves. Prefiero verla sonreír.

Ella clava sus brillantes ojos en el ventanal y se queda detenida, como extasiada, mirando derramarse la tarde por el balcón. No ha dicho palabra en dos horas. Solo sonríe. Solo mira.

Por fin abre el libro que descansa en sus piernas. Sale de su limbo para entrar en otro. Por primera vez en la tarde la descubro espiarme de reojo. Le sonrió. Sábados así no se repiten a menudo…