Ana
Volvieron caminando después de la cena, era una noche de
mayo, más cálida de lo acostumbrado y la luna brillaba en el cielo de un modo
casi cinematográfico. Ana llevaba puesto un vestido de ceda, en tonos de
celestes claro, que había comprado para un momento especial. Esa noche, sintió
que era el momento de estrenarlo. Las seis cuadras que había desde el bar hasta
el departamento de Ana, se sintieron como doce, o dieciocho… ella ya no las
contaba, porque el tiempo se multiplicaba cuando se veían. Se volvía mas lento...
Volvieron caminando y hablando de cine, y una vez mas
coincidían con los gustos. Aunque el no dijo nada, ella se ilusionaba con que la próxima cita fuera con pantalla grande y pochoclos. Al llegar a la puerta de
entrada del edificio, Ana sentía que el corazón se le aceleraba, se le quería
salir por los botones del vestido. Buscó las llaves en la cartera, como quien
no quiere encantarlas, pero no tenía muchas opciones de perderlas en aquel
sobre tan pequeño. Se miraron por una fracción de segundo, y antes que ella
pudiera parpadear, el la abrazó y le robó un beso. El beso mas largo, dulce y
tierno que Ana recibió en mucho tiempo. Un huracán de fuego en su boca que le estremecía cada centímetro del cuerpo. El tiempo y el mundo se detuvieron. No había nadie más que ellos dos y la luna, en la cálida noche de mayo...
Juan
El le propuso volver caminando para poder aprovechar cada
minuto que estaban juntos, eso, y porque la noche de mayo parecía a setiembre. La gigante luna llena, hacía brillar el delicado
vestido celeste que ella llevaba puesto. Parecía casi, una actriz de cine bajo
aquella luz refulgente Juan caminaba a paso lento, como queriendo estirar más y más, las
seis cuadras distantes entre el bar y su casa. Si hubiera podido, las hubiera
triplicado, con tal de no llegar. Eso era lo que sentía cada vez que la veía. Los segundo junto a ella se dilataban...
En el camino de vuelta, volvieron hablando de cine, y por
suerte, otra vez coincidían en los gustos. Juan se moría por invitarla, mañana
mismo si fuera posible, a ver algún estreno, pero contuvo su ansiedad… ya
encontraría el momento para hacerlo. Antes que pudiera darse cuenta, llegaron a
la puerta de entrada. Ella buscaba un poco nerviosa las llaves en la pequeña
cartera que usaba. El sonido del llavero le decía a Juan que la cita terminaba,
pero él no quería. Se miraron fijamente por un segundo y fue suficiente para
que él venciera el miedo y se animara. La abrazó fuertemente antes que ella
pudiera reaccionar y la beso. Fue le beso mas tierno, dulce y profundo que Juan
sintió en sus labios. Como un tsunami que nacía en su boca, y se extendía por cada rincón de su cuerpo. Juan, ya no sentía el suelo bajo sus pies. Nada mas importaba, solo ellos dos, y la luna, en la cálida noche de mayo...
Continuará…