jueves, 3 de diciembre de 2009
Diciembre
En pausa, lenta... Con 237 días de recuerdos y 28 de días de sorpresas. Con el balance a cuestas y el inventario final. Así, diciembre me sorprendió antes de lo que pude darme cuenta.
Siento como el agua corre por mi cuerpo mientras camino bajo la lluvia, y los flashes de lo vivido llegan acompañados del alcohol de la noche. Me detengo en algunos, los revivo, a otros los evito, les paso de largo.... (“esos que no saben bien, prefiero tirarlos, borrarlos, olvidarlos...”) y por un instante siento que el tiempo se detiene (¿o acaso me detengo yo...?) como si el reloj no corriera. La lista de los objetivos del año, tienen tantos tachones y sobre escritos que casi no leo los originales, sin embargo sé, la mayoría fueron alcanzados. Sobrevienen las preguntas de lo que quedó en el tintero, de lo que se perdió, lo que no fué, pero no tengo respuesta, quizás alguna simple y cobarde excusa, pero eso no alcanza.
Sigo caminado, y el frío de la noche, me recuerda cuanto extraño sus abrazos, su calor, y aunque no los cuente, siento que cada minuto lejos es eterno. Porque será que extrañar duele tanto...
Tengo le peso del año que se termina (por fin!) en mi espalda, y toda la expetactiva del que vendrá, burbujeando en la boca del estómago. Imagino amaneceres, risas, viajes, oportunidades, sorpresas, y quiero que todo eso llegue ya mismo, y veo mi sonrisa reflejada en el vidrio de la puerta de entrada.
Diciembre me sorprendió antes de que pude darme cuenta, entre la lluvia y el alcohol de la noche...
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