martes, 23 de mayo de 2017

Clara, pura luz

Encontrar a Clara en plena calle y si aviso previo, fue la excusa perfecta. Encontrarla significaba encontrarme a mí de una manera que aún no logro comprender. Quizás porque ella representa todo lo que quiero ser... pero me quedo en el intento...

Clara luce su figura lánguida y gélida, distante e inalcanzable (hasta para mi) en la tarde más fría que mayo pueda regalar. Clara me mira desde su silencio y me escucha desangrar si interrupción, en aquel desahogo verborrágico. No quedó palabra sin pronunciar, ni lágrima sin derramar.
Clara me extiende sus brazos más cálidos que nunca, abiertos y gigantes. Me consuela, aún en su propio dolor, y es el mejor regazo donde descansar, porque ella sabe de dolores, de corazones rotos, de almas desgarradas...

Encontrarla fue la mejor excusa para sacar de mí tu dolor, tu silencio, tu ausencia... Y Clara me habla con el tono mas dulce que le brota, me mira con ese destello que solo ella tiene, curando mis heridas con todo su cariño. La consolé tantas veces, tantas como pude, que ella intenta por primera vez retribuirme y hacer lo mismo, sintiendo en su propia carne mis heridas abiertas.-

Clara se mantiene firme y alerta, para socorrer mi caída. No apela a frases hechas y en discordancia del resto me anima a llorar más... a llorar tanto que me seque por dentro... porque según dicen "el agua purifica". Clara no me aconseja, solo me acompaña en aquella procesión triste y solitaria, convirtiéndose en el bálsamo justo para tanta angustia.-

En aquella tarde gris de otoño, donde mi mundo se deshacía segundo a segundo, encontrar a Clara fue hallar un rayo de luz. Fue descubrir en sus ojitos color miel, el salvavidas necesario para no morir ahogada en mi tristeza.
Porque encontrar a Clara, de alguna manera es encontrar todo eso que quiero ser y no soy...  pero que voy a intentar....

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