Cuando sonó el despertador a la 6:30 no sospechaba que aquel seria un día difícil de olvidar, que 8 horas después la palabra sorpresa se me haría carne.
No hubo ningún presagio que me advirtiera. Solo fue un ruido en seco, de golpe, y el ascensor se detuvo, entre el piso 10 y 9. Y allí estaba yo, atrapada en el ascensor, el día de mi cumpleaños número 26, con un desconocido... En realidad, eso era para mi hasta ese momento, un desconocido. No recordaba exactamente su nombre, Tomas o Tobías, solo que hacía poco trabajaba en el área de sistemas. Asfixiada por el encierro, solo me bastaron un par de segundos para quedar presa del pánico, y el ataque de nervios fue incontenible.
-Ana! Tranquila. Todo va a estar bien!!!- me gritó, mientras me sujetaba fuertemente de los brazos. Yo quede atónita, estática. Aquel adonis, por quien suspiraban mis compañeras de oficina, alguien a quien no había cruzado más de 3 veces en un mes, sabia mi nombre, el de una simple pasante de contaduría. Traté de tranquilizarme, mientras lo escuchaba hablar pausadamente, mientras me clavaba su mirada azul profundo en el alma. Pasaron los minutos, 15 o 30... no pude precisar, y sus suaves y dulces palabras lograron que me sintiera terriblemente protegida con su presencia, como si nos conociéramos de otra vida. Mientras charlábamos, sentados en el piso del ascensor, el tiempo pareció detenerse, congelarse. Casi había olvidado lo que sucedía, hasta que dijo: Puedo hacerte un regalo de cumpleaños? Yo asentí sutilmente, mientras lo sentí aproximarse. Con sus generosas y suaves manos, tomo mi cara, y me besó... dulcemente...intensamente... profundamente... Me aparté, pero no pude escapar. Con su brazo rodeó mi cintura y volvió a besarme. Mi resistencia declinada, mientras mi cuerpo se estremecía al sentir su calor tan cerca. Minutos después, su cuerpo y el mío eran uno solo. Aquella era, sin lugar a dudas la experiencia sexual más intensa que jamás había vivido. Mi regalo... mi sorpresa....
Cuando llegaron los bomberos a rescatarnos, habían pasado 3 horas y media, pero para mi fue como un año entre sus brazos. Nos despedimos en el estacionamiento con la promesa de hablarnos más tarde. Yo llegué a casa, muy confundida, turbaba, inquieta, no lograba sacarlo me mi mente y menos de mi piel.
Una cena en casa de mis padres me esperaba, para festejar mi cumpleaños. A llegar, me recibió mi hermana diciendo: -Que bueno que llegaste. Te tengo una sorpresa: el es Tomas, mi novio.
- Feliz cumpleaños. Es un placer conocerte - dijo con su mirada azul profundo, el mismo hombre que me había hecho el amor en un ascensor, 6 horas antes...
No hubo ningún presagio que me advirtiera. Solo fue un ruido en seco, de golpe, y el ascensor se detuvo, entre el piso 10 y 9. Y allí estaba yo, atrapada en el ascensor, el día de mi cumpleaños número 26, con un desconocido... En realidad, eso era para mi hasta ese momento, un desconocido. No recordaba exactamente su nombre, Tomas o Tobías, solo que hacía poco trabajaba en el área de sistemas. Asfixiada por el encierro, solo me bastaron un par de segundos para quedar presa del pánico, y el ataque de nervios fue incontenible.
-Ana! Tranquila. Todo va a estar bien!!!- me gritó, mientras me sujetaba fuertemente de los brazos. Yo quede atónita, estática. Aquel adonis, por quien suspiraban mis compañeras de oficina, alguien a quien no había cruzado más de 3 veces en un mes, sabia mi nombre, el de una simple pasante de contaduría. Traté de tranquilizarme, mientras lo escuchaba hablar pausadamente, mientras me clavaba su mirada azul profundo en el alma. Pasaron los minutos, 15 o 30... no pude precisar, y sus suaves y dulces palabras lograron que me sintiera terriblemente protegida con su presencia, como si nos conociéramos de otra vida. Mientras charlábamos, sentados en el piso del ascensor, el tiempo pareció detenerse, congelarse. Casi había olvidado lo que sucedía, hasta que dijo: Puedo hacerte un regalo de cumpleaños? Yo asentí sutilmente, mientras lo sentí aproximarse. Con sus generosas y suaves manos, tomo mi cara, y me besó... dulcemente...intensamente... profundamente... Me aparté, pero no pude escapar. Con su brazo rodeó mi cintura y volvió a besarme. Mi resistencia declinada, mientras mi cuerpo se estremecía al sentir su calor tan cerca. Minutos después, su cuerpo y el mío eran uno solo. Aquella era, sin lugar a dudas la experiencia sexual más intensa que jamás había vivido. Mi regalo... mi sorpresa....
Cuando llegaron los bomberos a rescatarnos, habían pasado 3 horas y media, pero para mi fue como un año entre sus brazos. Nos despedimos en el estacionamiento con la promesa de hablarnos más tarde. Yo llegué a casa, muy confundida, turbaba, inquieta, no lograba sacarlo me mi mente y menos de mi piel.
Una cena en casa de mis padres me esperaba, para festejar mi cumpleaños. A llegar, me recibió mi hermana diciendo: -Que bueno que llegaste. Te tengo una sorpresa: el es Tomas, mi novio.
- Feliz cumpleaños. Es un placer conocerte - dijo con su mirada azul profundo, el mismo hombre que me había hecho el amor en un ascensor, 6 horas antes...
3 comentarios:
Vaya sorpresa...!
tremendo!!
ni siquiera era el novio de una amiga, sino de su propia hermana!!!
ese pequeño detalle sacudió toda la trama.
Muy bueno.
besos
Hola: Deseo dejar una idea maravillosa recomendada por mi hermana para mi peque de 3 años, se trata de confeccionar una canción de cuna personalizada, lo encargue en http://www.arteymedia21.com/regalosoriginales.htm también hay otras opciones de ideas originales muy lindas y creativas para los peques y para el público en general, en dicha web. La canción de cuna era para darle relajación a mi bebé, ya que la letra expresa lo que yo le digo y el reconoce mis palabras, la melodía fue para infantes, la verdad os digo son efectivas para ellos.
Publicar un comentario